Los comienzos de semestres escolares en nuestros días han
cambiado drásticamente en los últimos años. De la mera acción de comprar bultos, libretas y otros utiles escolares sencillos a la
compra de equipos tecnológicos de comunicación costosa y compleja en términos de uso y seguridad.
Según Pew Research Center (2013), 78% de los adolescentes poseen un teléfono móvil; 48% de estos son smartphones (teléfonos inteligentes que se conectan al Internet y poseen amplias funciones). La misma investigación apunta que el 23% de los adolescentes poseen una tablet y el 95% de ellos se conectan al Internet. Seguramente en posteriores invetigaciones, estos número seguirá
en aumento debido al mercadeo agresivo de estos aparatos, a la presión que
ejercen los grupos sociales y la sensación aparente
de seguridad que causa la posesión de los nuevos acompañantes computarizados de
nuestros hijos.
Sin embargo, al pasar los días durante el semestre escolar
es común escuchar las quejas de los docentes, los padres y de la administración escolar acerca
del uso que le da el estudiante al celular. Las quejas oscilan entre que
el estudiante invierte su tiempo enviando y recibiendo mensajes de textos, uso
las redes sociales dentro de horas escolares, llamadas, uso de juegos, envió y publicación de fotos y
videos entre otras.
La problemática, en mi opinión estriba en la falta de instrucción
hacia el usuario de cómo hacer uso responsable de estos dispositivos. Tanto la comunidad escolar como los padres deben estar atentos al modelaje de las buenas prácticas de ciudadanía digital;
cuándo discernir entre el abuso y el uso controlado, el lugar, el cómo, el para qué y por supuesto, la toma de decisiones
en cuando a qué y con quién me comunico.
Ante las quejas constantes y buscando alternativas
para la tranquilidad de los padres y por ende seguridad de los hijos, algunas
compañías han desarrollado aplicaciones para dispositivos electrónicos como
tablets y teléfonos inteligentes. Con estas aplicaciones los padres podrán
controlar la mayor parte de los usos que sus hijos darán a los equipos. A continuación expongo dos ejemplos de aplicaciones catalogadas dentro del parent control (control de los padres).
Kytephone es una aplicación para smartphones y tablets dirigido a niños menores de 13 años, que
permite al adulto manejar las actividades que realizará el menor en el teléfono.
Algunas de las características de Kytephone son:
- Bloqueo de llamadas: bloquear llamadas de números no autorizados
- Límites de tiempo de juego: establecer el tiempo que el niño puede jugar a juegos.
- Establecer tiempo del uso del dipositivo (sleep mode entre otros)
- Gps de seguimiento: al instante localizar a su familia
- App control: los niños sólo pueden ejecutar las aplicaciones que el padre elija.
- Sms blocker: eligir a quién enviar mensajes.
- Foto sync: los padres podrán ver fotos enviadas, recibidas y sincronizadas hacia y desde los dispositivos.
- Monitoreo Remoto: Gestionar y supervisar Kytephone desde cualquier dispositivo.
- Otras funciones.
La misma compañía lanzó la aplicación Kytetime con básicamente las mismas funciones de Kytephone pero con una interfase apta para jóvenes entre 13 a 17 años.
Hasta el momento Kytetime es una aplicación totalmente gratis mientras que Kytephone conlleva costos de uso. Existe otras aplicaciones como NetNanny que también conlleva costos. Sin embargo, la tranquilidad que pueda tener el padre no tiene precio.